Cuesta encajar

En verano de 2024, la bailarina y performer Sonia Gómez (soniagomez.com) y yo nos propusimos crear una obra juntes. En otoño empezamos a reunirnos para desarrollar una lluvia de ideas.
Nos interesaba trabajar sobre la sensación de no estar exactamente en un lugar que sintamos como propio, y sobre el ridículo que podemos experimentar (o no) en entornos sociales donde reina la incomprensión mútua. Todo con un tono (tragi)cómico, sutil y a la vez descarado.
A partir de ese concepto, durante dos meses de charlas fuimos tratando otras relaciones problemáticas que observábamos en la propia práctica de la danza: con el virtuosismo, con la performance, con la tradición burguesa y esnob, con el mundo laboral y familiar, con los cánones físicos...
Irónicamente, cuando por fin parecía que conseguíamos una sala de ensayo, nuestros tiempos y ritmos se volvieron poco compatibles. Había que atender al resto de la vida, así que con un abrazo nos dijimos hasta pronto y encogiendo los hombros asumimos que, a veces, simplemente cuesta encajar.